Aquella mañana se levantó a las 3:30h de la madrugada para atender a sus ovejas antes de cruzar casi toda la península para presentar un Seminario estatal sobre olivar en Mérida a las 12:00 del mediodía. Unos kilómetros antes de llegar a la ciudad extremeña paró el coche cerca de una explotación ganadera y se lavó el cuerpo y la cara en uno de los bebederos para los animales. Después, se puso una camisa y un pantalón limpio. Llegó puntual, cinco minutos antes que el propio consejero de Agricultura extremeño. Estiró un poco las piernas tras 7 horas de viaje y me pidió que le contara mientras tanto los tres mensajes básicos que interesaba dejar claros en la presentación. Hizo una exposición brillante, con el punto extra de pasión de los pastores de raza de Teruel.
Siempre parecía distraído mientras que le contabas cualquier cosa. Tenías la sensación de que mientras escuchaba estaba repasando de forma paralela la liquidación de la cooperativa de la que era presidente, la asamblea de la noche anterior con los jóvenes de UAGA o el necesario cambio de ruedas del tractor para afrontar la sementera. Pero al final, salía a escena y sorprendía a todo el mundo con su discurso audaz y preciso. Tras su aspecto de joven desenfadado se escondía un erudito en Política Agraria Comunitaria. Tenía tanta verdad que le hacían falta varios idiomas para contarla.
Tras compartir seis años con Iranzo en Madrid, pude comprobar que ser sindicalista agrario no te hace mejor persona pero ser una buena persona si te hace mejor sindicalista agrario. La autenticidad no se puede aprender en un máster del IESE, la honradez no se puede inyectar en el ADN y la credibilidad siempre está al margen de presiones políticas y poderes económicos.
No nos olvidemos nunca del medio rural. No nos olvidemos nunca del "espíritu Iranzo". Luchemos para que aquellos que siempre tienen los pies en la tierra puedan cumplir de vez en cuando alguno de sus sueños. Luchemos para que nadie más muera tiroteado, de forma cruel e injusta, en un pequeño pueblo de Teruel.
Aquella mañana se levantó a las 3:30h de la madrugada para atender a sus ovejas antes de cruzar casi toda la península para presentar un Seminario estatal sobre olivar en Mérida a las 12:00 del mediodía. Unos kilómetros antes de llegar a la ciudad extremeña paró el coche cerca de una explotación ganadera y se lavó el cuerpo y la cara en uno de los bebederos para los animales. Después, se puso una camisa y un pantalón limpio. Llegó puntual, cinco minutos antes que el propio consejero de Agricultura extremeño. Estiró un poco las piernas tras 7 horas de viaje y me pidió que le contara mientras tanto los tres mensajes básicos que interesaba dejar claros en la presentación. Hizo una exposición brillante, con el punto extra de pasión de los pastores de raza de Teruel.
Siempre parecía distraído mientras que le contabas cualquier cosa. Tenías la sensación de que mientras escuchaba estaba repasando de forma paralela la liquidación de la cooperativa de la que era presidente, la asamblea de la noche anterior con los jóvenes de UAGA o el necesario cambio de ruedas del tractor para afrontar la sementera. Pero al final, salía a escena y sorprendía a todo el mundo con su discurso audaz y preciso. Tras su aspecto de joven desenfadado se escondía un erudito en Política Agraria Comunitaria. Tenía tanta verdad que le hacían falta varios idiomas para contarla.
Tras compartir seis años con Iranzo en Madrid, pude comprobar que ser sindicalista agrario no te hace mejor persona pero ser una buena persona si te hace mejor sindicalista agrario. La autenticidad no se puede aprender en un máster del IESE, la honradez no se puede inyectar en el ADN y la credibilidad siempre está al margen de presiones políticas y poderes económicos.
No nos olvidemos nunca del medio rural. No nos olvidemos nunca del "espíritu Iranzo". Luchemos para que aquellos que siempre tienen los pies en la tierra puedan cumplir de vez en cuando alguno de sus sueños. Luchemos para que nadie más muera tiroteado, de forma cruel e injusta, en un pequeño pueblo de Teruel.