Segundo Pilar siempre tuvo en mente el desarrollo rural. Sin embargo, su ánimo se desvanecía cada vez que comprobaba que sus ingresos estaban desacoplados de sus costes. Por referencias históricas sabía que los grandes propietarios de la tierra no eran demasiado activos, que los que te exigen “greening” tienen plantas de plástico en los despachos y que un “capping” sólo es efectivo si se realiza al Alba. Era joven y muy profesional, pero eso no servía de nada cuando el objetivo era mantener el “status quo”. Muchos querían acoplarse. Él sólo pretendía que lo dejaran en PAC.

 

Es el cuento de nunca acabar. Términos ininteligibles para la mayoría de los agricultores y ganaderos. Y un único argumento para el debate público: mantener el “cheque” que llega de Bruselas. La irresponsabilidad y el cortoplacismo político ha llevado históricamente a Ministros/as y Consejeros de Agricultura a reducir la Política Agraria Común a un mero mercadeo de cifras y presupuestos, como si tuvieran en exclusiva la propiedad de unos fondos que corresponden a los hombres y mujeres del campo. Todo se reduce al dinero cuando ninguno de los políticos de turno se toman la molestia de hacer pedagogía y explicar qué supone cada nueva reforma de la PAC para el agricultor y el ciudadano. Unas veces por ignorancia, otras por estrategia electoral, Espinosas y Cañetes han  influido decisivamente en el componente peyorativo de las ayudas agrícolas, asentando en el subconsciente colectivo la imagen de “agricultores subvencionados”. Según el último Eurobarómetro, 7 de cada 10 españoles no sabe lo que es la PAC. En Francia, el porcentaje se repite pero justo al contrario: el 70% de los franceses conoce el significado de la misma. La gran diferencia: hace tiempo que los galos hicieron de la agricultura una cuestión de Estado. De poco sirven los recursos que dedica la Comisión Europea para campañas informativas sobre la PAC, el trabajo de las organizaciones agrarias para explicarla o la profesionalidad de los medios de comunicación especializados si los que verdaderamente tiene capacidad para modificar las percepciones utilizan la gestión de los fondos públicos para fines partidistas.


Necesitamos más y mejores historias que nos hablen de cómo la PAC ha mejorado la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. Testimonios personales y en primera persona de agricultores y ganaderos que gracias a la ayudas comunitarias nos pueden ofrecer alimentos sanos y seguros a precios razonables. De esos profesionales que han podido redimensionar su explotación y generar empleo entre sus vecinos gracias a los fondos desarrollo rural y el paquete de medidas que incentivan la modernización. O de esos productores que han utilizado presupuesto comunitario para reorientar su explotación a la producción integrada, libre de pesticidas, y hoy en día utilizan la lucha biológica para combatir las plagas y ofrecer unos alimentos respetuosos con el medio ambiente. 

En definitiva, necesitamos un nuevo "storytelling" para la PAC, fresco e inspirador, en el que los beneficios de la actividad agraria para el conjunto de la sociedad recuperen el protagonismo. El objetivo no debe ser mantener el presupuesto, el objetivo es legitimarlo.