Te dirán que los príncipes azules nunca llegan en tractor. Que tu familia sí pero tú no. Que se suda, se madruga y siempre te queda la duda. Que todo tiene un precio pero tú no se lo pones. Que los surcos se acaban reflejando en la cara y que siempre estará ahí como última opción. Que en el pueblo se vive por debajo de tus posibilidades. Que nadie puede ponerle puertas al campo y el frio se sufre en HD y que Apple, aunque signifique manzana en español, se creó en un pequeño garaje y no en un corralazo con vertedera, perro y remolque. Y lo intentarán de nuevo versionando sus propios refranes, porque "hijo mio, aunque siembres, aquí hay veces que no recoges".
Pero olvidarán algo esencial. El futuro no es lo que era, y el sector agrario tampoco. Hoy un tractor tiene más tecnología que cualquier AVE de última generación. En muchos cultivos se puede realizar todo el proceso sin bajarte del mismo: preparación del terreno, siembra, abonado, tratamiento de plagas y cosecha. En pocas profesiones se pueden recoger los frutos de tu trabajo desde un ergonómico y confortable asiento con vistas al prado.
Además, desde el sofá de casa puedes activar vía móvil el riego por goteo o programar la ración de pienso de tus cerditos del domingo por la mañana. Y es que el smartphone te será mucho más útil que un azadón. Y a ti, como nativo digital, su uso te viene de serie. La próxima gran revolución agraria vendrá de la mano de las nuevas tecnologías. ¿Te imaginas sulfatando con unas "google glass"?. Pues ya es posible. La "play" será un juego de niños.
A nivel de imagen social no te preocupes. La figura del agricultor se ha revalorizado ante el aumento de la demanda mundial de alimentos en las próximas décadas. En 2050 seremos 9.000 millones de personas en el mundo y habrá que alimentar a todas. Tú serás imprescindible para ello. No olvides que las principales escuelas de negocio sitúan la figura del "tecnoagricultor" en el "top-five" de las profesiones más demandas en el horizonte 2025. Eso sí, la formación contínua será un requisito básico para los nuevos profesionales agrarios. La innovación hará que tu explotación sea más competitiva y te salgan los números a final de mes. Recuerda que experiencias gastronómicas como el Bulli de Adría o el Celler de Can Roca no hubieran sido posibles sin el buen hacer de nuestros agricultores y ganaderos. La alta cocina empieza a pie de campo.
Y no sólo eso, con tu labor conseguirás que mi cielo vuelva a tener ese azul sin apellidarte Alborán. Aprenderás a utilizar feromonas sexuales de hembras para atraer a insectos macho a un recipiente-trampa. Sí sí, no es un chiste "verde", es una realidad llamada "lucha biológica" que se utiliza cada vez más para combatir las plagas, reduciendo así el uso de los productos fitosanitarios más agresivos con el medio ambiente. Si además apuestas por un cultivo leñoso, caso de la vid o el olivar, estarás contribuyendo a mitigar el cambio climático porque son sumideros naturales de CO2.
Si vienes, la gente se podrá seguir enamorando en las fiestas del pueblo, habrá niños correteando por la calles, no se cerrarán colegios, quizá asfalten aquella vieja carretera comarcal y dotarás de sentido a la manoseada expresión "medio rural con vida". No será fácil, pero seguro que es gratificante. ¿A qué esperas?.
Nota: la Ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, afirmó el pasado 13 de octubre que España se ha establecido como meta para 2014-2020 la incorporación de más de 15.000 jóvenes a la agricultura. Esta iniciativa persigue un doble objetivo: creación de empleo y rejuvenecimiento de los protagonistas de la actividad agraria. Tan sólo el 5,3% de los agricultores y ganaderos españoles tiene menos de 35 años y más de la mitad (55%) se jubilarán a lo largo de la próxima década.
Soy fan de los amaneceres, la incertidumbre y la naturaleza original de Debiles. Quizá tú seas más de atardeceres, esos que aplaudes en Ibiza con un Gin-Tonic especiado en la mano. Me necesitas como mínimo tres veces al día, pero no eres consciente de ello porque siempre has tenido la nevera llena. Incluso ser foodie es “cool” gracias a un cabrero de la Sierra de Málaga. Aunque no me veas, soy el que le pongo la palabra “encanto” a las escapadas de fin de semana en una casita rural. Sí, el bucólico paisaje y los desayunos con huevos de gallinas camperas, también llevan mi sello. Detrás de cada "buen sabor de boca" hay alguien de los mios.
Con la PAC me acuesto y con la PAC me levanto. Es lo único que compartimos de verdad todos los europeos. Nos dicta las reglas del juego, que suelen cambiar unos señores de Bruselas muy trajeados cada 4 o 5 años. Cada vez que salgo al campo me siento como una especie de Benzemá en un eterno fuera de juego. Dicen que la cambian tanto porque tú quieres gallinas y cerdos más felices y un modelo de producción más verde. La PAC esté con vosotros. Y con tu espíritu. Tenemos el modelo agrario más respetuoso con el bienestar animal y el medio ambiente del mundo. Sin embargo, no estás dispuesto a pagar unos céntimos más por los alimentos y a la hora de la verdad eres sensible a los bajos precios y a las marcas blancas con producciones de terceros países que no tienen normas ambientales y en algunos casos utilizan mano de obra infantil. Reclamas granjas cinco estrellas pero quieres pagar a precios de habitación compartida en piso de estudiantes. Échale un ratillo y te aclaras. Te doy una pista; lo que decía Machado de valor y precio.
Las ayudas, esas por las que me sueles tachar de pesetero, sirven para que puedas consumir alimentos sanos y seguros a un precio asequible. Mis costes son en ocasiones mayores de lo que me pagan. No puedo poner precio a lo que produzco. Son otros los que me lo imponen. Será por eso que me llaman “el eslabón más débil de la cadena”a pesar de la dureza de mi trabajo.
No creas que miro tanto al cielo en busca de milagros. No me puedo permitir el lujo de estar en las nubes. Una tormenta puede echar por tierra el esfuerzo de todo un año. Soy conservador, no porque tenga miedo al cambio, sino porque tengo mucho que perder. Que tus ingresos dependan de los caprichos del clima te hacen tener siempre los pies en la tierra.
Y sin embargo, tengo sueños. Transformar agua, tierra y sol en alimentos tiene algo de magia. Alimentar al mundo, algo de heroico. Dejar a las generaciones futuras un medio natural sostenible, algo de trascendencia.
Atentamente,
Tu agricultor de cabecera.
PD: recuerda que hoy, como cada noche, cenamos juntos. Pon las velas y la sonrisa. Yo me encargo del vino y el queso.
Segundo Pilar siempre tuvo en mente el desarrollo rural. Sin embargo, su ánimo se desvanecía cada vez que comprobaba que sus ingresos estaban desacoplados de sus costes. Por referencias históricas sabía que los grandes propietarios de la tierra no eran demasiado activos, que los que te exigen “greening” tienen plantas de plástico en los despachos y que un “capping” sólo es efectivo si se realiza al Alba. Era joven y muy profesional, pero eso no servía de nada cuando el objetivo era mantener el “status quo”. Muchos querían acoplarse. Él sólo pretendía que lo dejaran en PAC.
Es el cuento de nunca acabar. Términos ininteligibles para la mayoría de los agricultores y ganaderos. Y un único argumento para el debate público: mantener el “cheque” que llega de Bruselas. La irresponsabilidad y el cortoplacismo político ha llevado históricamente a Ministros/as y Consejeros de Agricultura a reducir la Política Agraria Común a un mero mercadeo de cifras y presupuestos, como si tuvieran en exclusiva la propiedad de unos fondos que corresponden a los hombres y mujeres del campo. Todo se reduce al dinero cuando ninguno de los políticos de turno se toman la molestia de hacer pedagogía y explicar qué supone cada nueva reforma de la PAC para el agricultor y el ciudadano. Unas veces por ignorancia, otras por estrategia electoral, Espinosas y Cañetes han influido decisivamente en el componente peyorativo de las ayudas agrícolas, asentando en el subconsciente colectivo la imagen de “agricultores subvencionados”. Según el último Eurobarómetro, 7 de cada 10 españoles no sabe lo que es la PAC. En Francia, el porcentaje se repite pero justo al contrario: el 70% de los franceses conoce el significado de la misma. La gran diferencia: hace tiempo que los galos hicieron de la agricultura una cuestión de Estado. De poco sirven los recursos que dedica la Comisión Europea para campañas informativas sobre la PAC, el trabajo de las organizaciones agrarias para explicarla o la profesionalidad de los medios de comunicación especializados si los que verdaderamente tiene capacidad para modificar las percepciones utilizan la gestión de los fondos públicos para fines partidistas.
Necesitamos más y mejores historias que nos hablen de cómo la PAC ha mejorado la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. Testimonios personales y en primera persona de agricultores y ganaderos que gracias a la ayudas comunitarias nos pueden ofrecer alimentos sanos y seguros a precios razonables. De esos profesionales que han podido redimensionar su explotación y generar empleo entre sus vecinos gracias a los fondos desarrollo rural y el paquete de medidas que incentivan la modernización. O de esos productores que han utilizado presupuesto comunitario para reorientar su explotación a la producción integrada, libre de pesticidas, y hoy en día utilizan la lucha biológica para combatir las plagas y ofrecer unos alimentos respetuosos con el medio ambiente.
En definitiva, necesitamos un nuevo "storytelling" para la PAC, fresco e inspirador, en el que los beneficios de la actividad agraria para el conjunto de la sociedad recuperen el protagonismo. El objetivo no debe ser mantener el presupuesto, el objetivo es legitimarlo.
Fuente. Social Media Company, Lewis y Carroll
La curva de difusión de ideas de Moore y Rogers muestra cómo se mueve una idea comercial de éxito desde que nace hasta que llega a todo el mundo. El eje x, en la base, muestra los distintos grupos por los que se desplaza a lo largo del tiempo y el porcentaje sobre el total de personas que forman parte de cada grupo: innovadores (2,5%), early adopters o primeros adoptantes (13,5%), mayoría precoz (34%), mayoría rezagada (34%) y tradicionales (16%).
Uno de los grandes referentes del marketing mundial, Seth Godín, autor de best seller como la “Vaca Púrpura”, habla de la muerte del complejo televisión-industria, imperante en el mundo empresarial durante los últimos 50 años. Según sostiene Godín el sistema era simple: sólo hacía falta encontrar un gran nicho de expansión en el mercado que todavía no hubiera caído bajo ningún dominio, construir una fábrica y comprar espacio publicitario en televisión. Los anuncios conducían a la distribución en los comercios y a las ventas y éstas mantenían la fábrica ocupada y generaban beneficios. Las empresas inteligentes utilizaban estos beneficios para comprar más espacios publicitarios, eso llevaba a mayor distribución y mayores ventas. “Muy pronto se cerraba el ciclo; había nacido una gran y lucrativa marca”, afirma el gurú mundial.
El director de marketing del pasado valoraba sobre todo y ante todo la cantidad de gente a la que podía llegar. Su objetivo: el centro de la curva de Moore: mayoría precoz y rezagada, el 70% del total, la gran masa de clientes.
Sin embargo, hoy en día el contexto ha cambiado. Los consumidores están saturados de mensajes y se muestran escépticos ante los spots. Cada persona está expuesta a 65 spots televisivos diarios y más de 2.000 impactos publicitarios en total. Los clientes huyen de la publicidad tradicional, ¿Por qué? El experto en brandend content, Javier Regueira, lo resume de forma clara y rigurosa en su e-book "#D.E.P.SPOT":
1. Porque pueden, un 40% de los hogares norteamericanos cuentan ya con un DVR, un dispositivo que permite a un televidente incorporarse a ver un programa en cualquier momento, eliminando fácilmente los bloques publicitarios.
2. Porque no confían en ella. Un 90% de los consumidores recurren al boca a boca como primera fuente de información pre-compra. Gráfico
Fuente: Nielsen Abril 09.
3. Porque están saturados. En 1995 el conjunto de marcas publicitadas en España invertían 87 euros en impactar a cada habitante y en 2007 la inversión per cápita había aumentado a 174 euros. Consecuencia: saturación, hastío, desinterés.
4. Porque cada vez les resulta menos memorable y más irrelevante. La relación índice de presión publicitaria con el número de marcas que los consumidores somos capaces de recordar cayó un 32% en la última década.
5. Porque en Internet sí encuentran lo que quieren. Los europeos dedicamos 13,6 horas semanales a la red frente a 13 horas a la TV, 12,6 horas a la radio, 4,6 a los periódicos y 3,6 horas a las revistas.
En el nuevo contexto, el valor de un grupo es independiente de su tamaño; depende de su influencia, y en ese sentido se ha demostrado que los early adopters ejercen una influencia importante sobre el resto de la curva. Persuadirlos a ellos tiene mucho más valor que derrochar millones de euros en publicidad tradicional tratando de persuadir al resto, tal y como sostiene Godín.
Los early adopters son gente respetable, líderes de opinión, que prueban nuevas ideas, servicios o productos pero de una manera cuidadosa Son el 13,5% de los miembros de una grupo que adoptan una innovación. En contraste con los innovadores (2%), ellos si sí son respetados por sus compañeros y están más integrados en el tejido social. Son los “sabios de la tribu” a los que se les pide ayuda o consejo. Se les conoce porque utilizan de forma mesurada y exitosa nuevas herramientas, métodos e ideas y por lo tanto sirven de modelo para los demás. Suelen ser muy activos en redes sociales y tener un blog personal o profesional para compartir y valorar sus nuevos descubrimientos.
La Social Media Company, Lewis y Carroll, define de forma acertada su papel. “En el mundo “online” formamos parte de grupos de personas que no nos conocen y que no conocemos absolutamente de nada. La gran diferencia que abre el entorno online es que nos da la posibilidad de establecer relaciones muy estrechas, con un nivel de confianza grande, con gente que no conocemos y no nos conoce, pero en cuya opinión, criterio y recomendación”, confiamos para tomar alguna decisión o para cambiar decisiones que ya teníamos tomadas”.
Para llegar a ellos no se necesitan grandes presupuestos de marketing, sino productos extraordinarios, útiles e innovadores que resuelvan problemas reales de los agricultores y ganaderos. En redes sociales es fácil reconocer a los early adopters gracias a herramientas como el índice Klout, que mide el grado de influencia de cada uno de los perfiles. Y es ahí, en el mundo on-line, donde está el verdadero caladero. Definir una adecuada estrategia de marketing digital es básico. En un sector, el agrario, en el que una parte importante de sus componentes forma parte de ese 16% de tradicionales situados al final de la curva, los early adopters son la correa de transmisión imprescindible para que la innovación llegue a todos los profesionales agrarios. En el nuevo contexto, las pequeñas y medianas empresas pueden dar a conocer sus productos a un coste razonable y competir de tú a tú con grandes corporaciones multinacionales con presupuestos astronómicos para publicidad.
¿Te consideras un “early adopter agrario”?.
Anunciar una pizza, unos cereales, un yogur o un nuevo plan estratégico. El agricultor, como reclamo comercial. Las marcas vuelven a mirar al campo para coquetear con términos como “frescura”, “pureza”, “confianza”, “sostenible” o “local”. Un giro en el posicionamiento estratégico que evoluciona de forma paralela con las demandas del “prosumer”, un nuevo consumidor más informado, crítico y exigente. Kellogg´s recurre a un histórico productor de arroz del Delta del Ebro, Danone pone cara a sus ganaderos en las tapas de los yogures, Casa Tarradellas retransmite en directo la primera siega de cereales y el Presidente de Mercadona, Juan Roig, presenta un nuevo plan estratégico para integrar a los productores en su cadena de valor y “dignificar el trabajo del agricultor y ganadero de nuestro país, contribuyendo al crecimiento presente y futuro de todos los integrantes de la cadena agroalimentaria”. “Nos equivocamos al intentar tratar los productos frescos como productos secos”, reconoció el lider de la distribución española.
Sin embargo, contra toda lógica y sentido común, nos empeñamos en meterlos en el mismo saco. Fabricar microchips no es lo mismo que cultivar patatas. Y ese contrasentido se sigue dando en las normativas sobre comercio internacional y legislaciones sobre competencia. El sector agrario tiene su “tempo” y sus especifidades. Obviarlo, en muchos casos de forma intencionada, puede pasarnos factura. Mercadona ya lo ha comprobado de forma literal.
Javier Gomá, uno de las mentes más brillantes de nuestro tiempo, sostiene que la NATURALEZA “más que madre es madrasta” porque no se preocupa por el bienestar individual del hombre sino que sólo estimula lo que conviene a la especie. Si queremos madurar tomates de forma artificial, nos secuestra su sabor. Si engordamos pollos en tiempo récord, convierte nuestra sartén en un jacuzzi con vistas al reino de la insipidez. ¿Naranjas en agosto y uvas en abril?. Quizás para el sabor de tus besos, pero el “gurú” de la gran distribución alimentaria española ya ha avisado de que “fue un error querer tener sandías todo el año, teniéndolas que importar de los lugares más remotos”.
Aquellas políticos que en su momento denostaron la figura del agricultor local y enarbolaron la bandera del “no importa dejar de producir aquí, lo traeremos de países terceros más barato”, están obligados a rectificar. El tejido empresarial más innovador marca tendencia. El consumidor 3.0 dice alto y claro lo que quiere. Vienen tiempos en los que ser una “fresca” estará bien visto si eres fruta de la tierra. El “Renacimiento” del sector agrario ha llegado para quedarse. Revaloricemos la tradición para hacerla contemporánea. Nada sabe como en los nuevos tiempos. Vuelve el agricultor. ¿Vuelve la ética aplicada a la alimentación?.
Que usted abra la nevera, coja el brik y con toda la tranquilidad del mundo prepare un nutritivo vaso de leche para su hijo es algo que forma parte de su rutina pero no es tan habitual en otras partes del planeta (que se le pregunten a las autoridades chinas). En Europa hemos construido un modelo de producción láctea con los más altos estándares en materia de calidad y seguridad alimentaria, controlando la trazabilidad del producto desde la ubre hasta su mesa. Por ello, usted se puede permitir el “lujo” de ser híper-sensible al precio, ya que la salubridad de nuestra leche está más que garantizada.
Para llegar aquí, el compromiso y buen hacer de nuestros ganaderos ha sido vital. Mejoras sustanciales en la cantidad y calidad de la leche, cumplimiento de la exigente normativa higiénico-sanitaria, adaptación de las granjas a las normas de bienestar animal y una gran dosis de esfuerzo y sacrificio personal, han sido requisitos indispensables para que sus niños crezcan fuertes y sanos sin que eso menoscabe la economía familiar. Que un litro de leche cueste menos en el lineal del supermercado que un litro de agua embotellada así lo evidencia
Sin embargo, le tengo que dar una mala noticia. Para llegar a este escenario, los ganaderos se han pasado gran parte del tiempo ordeñando pérdidas. Aunque usted se los imagine con mejillas sonrosadas y entrecejo poblado, no piense que son tontos. Pero durante las últimas décadas han sido otros los que les han impuesto el precio a su producto. Y en la mayoría de los casos de forma ilegal. Por eso, hace unos días la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) multó a las principales industrias lácteas con 88 millones de euros por pactar precios y repartirse las rutas de recogida de leche. Y es que apenas una docena de empresas controlan más del 60% de las recogidas. El “paisaje” que dibuja la resolución de la CNMC se asemeja mucho más a la costa siciliana que a los verdes prados de la cornisa cantábrica.
Las cifras son tozudas: en el inicio de la década de los 90 había 140.000 explotaciones lácteas en nuestro país. En la actualidad, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, sólo quedan 18.000. Y menos mal que existen las ayudas de la Política Agrícola Común (PAC), porque si no usted dependería hace tiempo de las buenas relaciones de nuestro Gobierno con otros países para desayunar cada mañana.
Llegados a este punto, todos los eslabones de la cadena de valor láctea deberían reflexionar:
- Los ganaderos tienen que hacer autocrítica. La histórica atomización del sector productor, que no ha podido y en otros casos no ha querido unirse para ganar poder de negociación (léase egos locales de visión reduccionista), supone un lastre para un futuro sin cuotas de producción.
- En el nuevo contexto económico y social, las industrias deberán modificar el verbo con el que enmarcan sus relaciones con los ganaderos; de “imponer” a “cooperar”. El compromiso con los productores debe ir más allá de un ganadero sonriente en la tapa de un yogur. De lo contrario, ese “consumidor rebelde” que ha emergido con fuerza en los años de crisis, (un 25% según el estudio MyWord), les dará la espalda. Belén Barreiro, expresidenta del CIS y directora del estudio lo deja muy clarito: “el consumidor rebelde es especialmente sensible ante las buenas o malas prácticas. No juzga tanto a las empresas por la calidad de sus productos y servicios sino por cómo se comportan en sociedad, el compromiso que mantienen con ella. Y amenazan con abandonar a las marcas legendarias que no sepan reaccionar a tiempo”, caso de Pascual, Danone, Nestlé, Puleva, etc….
- Las cadenas de distribución, en un ejercicio de responsabilidad, deberían dejar de utilizar la leche como “producto reclamo” en sus promociones. Regalar leche banaliza su imagen y supone una presión insoportable a lo largo de cadena de valor que acaba pagando el último eslabón: los ganaderos. La apuesta por el producto local empieza por garantizar un sector agrario rentable.
- Y usted, consumidor, debe ser consecuente con sus decisiones de compra. Caer en la cuenta de que lo anormalmente barato puede salirle muy caro. En cuestiones alimentarias, la confianza no tiene precio pero sí un coste. Y es ahí donde el sector lácteo en su conjunto deberá hacer pedagogía para explicar que con las políticas de precios actuales la cadena de valor láctea es insostenible. En síntesis: la mala leche no beneficia a nadie. Piénselo. Se puede ser muy grande y no abusar. Se llama ÉTICA y en el siglo XXI será una inversión muy rentable.