Anunciar una pizza, unos cereales, un yogur o un nuevo plan estratégico. El agricultor, como reclamo comercial. Las marcas vuelven a mirar al campo para coquetear con términos como “frescura”, “pureza”, “confianza”, “sostenible” o “local”. Un giro en el posicionamiento estratégico que evoluciona de forma paralela con las demandas del “prosumer”, un nuevo consumidor más informado, crítico y exigente. Kellogg´s recurre a un histórico productor de arroz del Delta del Ebro, Danone pone cara a sus ganaderos en las tapas de los yogures, Casa Tarradellas retransmite en directo la primera siega de cereales y el Presidente de Mercadona, Juan Roig, presenta un nuevo plan estratégico para integrar a los productores en su cadena de valor y “dignificar el trabajo del agricultor y ganadero de nuestro país, contribuyendo al crecimiento presente y futuro de todos los integrantes de la cadena agroalimentaria”. “Nos equivocamos al intentar tratar los productos frescos como productos secos”, reconoció el lider de la distribución española.
Sin embargo, contra toda lógica y sentido común, nos empeñamos en meterlos en el mismo saco. Fabricar microchips no es lo mismo que cultivar patatas. Y ese contrasentido se sigue dando en las normativas sobre comercio internacional y legislaciones sobre competencia. El sector agrario tiene su “tempo” y sus especifidades. Obviarlo, en muchos casos de forma intencionada, puede pasarnos factura. Mercadona ya lo ha comprobado de forma literal.
Javier Gomá, uno de las mentes más brillantes de nuestro tiempo, sostiene que la NATURALEZA “más que madre es madrasta” porque no se preocupa por el bienestar individual del hombre sino que sólo estimula lo que conviene a la especie. Si queremos madurar tomates de forma artificial, nos secuestra su sabor. Si engordamos pollos en tiempo récord, convierte nuestra sartén en un jacuzzi con vistas al reino de la insipidez. ¿Naranjas en agosto y uvas en abril?. Quizás para el sabor de tus besos, pero el “gurú” de la gran distribución alimentaria española ya ha avisado de que “fue un error querer tener sandías todo el año, teniéndolas que importar de los lugares más remotos”.
Aquellas políticos que en su momento denostaron la figura del agricultor local y enarbolaron la bandera del “no importa dejar de producir aquí, lo traeremos de países terceros más barato”, están obligados a rectificar. El tejido empresarial más innovador marca tendencia. El consumidor 3.0 dice alto y claro lo que quiere. Vienen tiempos en los que ser una “fresca” estará bien visto si eres fruta de la tierra. El “Renacimiento” del sector agrario ha llegado para quedarse. Revaloricemos la tradición para hacerla contemporánea. Nada sabe como en los nuevos tiempos. Vuelve el agricultor. ¿Vuelve la ética aplicada a la alimentación?.
Anunciar una pizza, unos cereales, un yogur o un nuevo plan estratégico. El agricultor, como reclamo comercial. Las marcas vuelven a mirar al campo para coquetear con términos como “frescura”, “pureza”, “confianza”, “sostenible” o “local”. Un giro en el posicionamiento estratégico que evoluciona de forma paralela con las demandas del “prosumer”, un nuevo consumidor más informado, crítico y exigente. Kellogg´s recurre a un histórico productor de arroz del Delta del Ebro, Danone pone cara a sus ganaderos en las tapas de los yogures, Casa Tarradellas retransmite en directo la primera siega de cereales y el Presidente de Mercadona, Juan Roig, presenta un nuevo plan estratégico para integrar a los productores en su cadena de valor y “dignificar el trabajo del agricultor y ganadero de nuestro país, contribuyendo al crecimiento presente y futuro de todos los integrantes de la cadena agroalimentaria”. “Nos equivocamos al intentar tratar los productos frescos como productos secos”, reconoció el lider de la distribución española.
Sin embargo, contra toda lógica y sentido común, nos empeñamos en meterlos en el mismo saco. Fabricar microchips no es lo mismo que cultivar patatas. Y ese contrasentido se sigue dando en las normativas sobre comercio internacional y legislaciones sobre competencia. El sector agrario tiene su “tempo” y sus especifidades. Obviarlo, en muchos casos de forma intencionada, puede pasarnos factura. Mercadona ya lo ha comprobado de forma literal.
Javier Gomá, uno de las mentes más brillantes de nuestro tiempo, sostiene que la NATURALEZA “más que madre es madrasta” porque no se preocupa por el bienestar individual del hombre sino que sólo estimula lo que conviene a la especie. Si queremos madurar tomates de forma artificial, nos secuestra su sabor. Si engordamos pollos en tiempo récord, convierte nuestra sartén en un jacuzzi con vistas al reino de la insipidez. ¿Naranjas en agosto y uvas en abril?. Quizás para el sabor de tus besos, pero el “gurú” de la gran distribución alimentaria española ya ha avisado de que “fue un error querer tener sandías todo el año, teniéndolas que importar de los lugares más remotos”.
Aquellas políticos que en su momento denostaron la figura del agricultor local y enarbolaron la bandera del “no importa dejar de producir aquí, lo traeremos de países terceros más barato”, están obligados a rectificar. El tejido empresarial más innovador marca tendencia. El consumidor 3.0 dice alto y claro lo que quiere. Vienen tiempos en los que ser una “fresca” estará bien visto si eres fruta de la tierra. El “Renacimiento” del sector agrario ha llegado para quedarse. Revaloricemos la tradición para hacerla contemporánea. Nada sabe como en los nuevos tiempos. Vuelve el agricultor. ¿Vuelve la ética aplicada a la alimentación?.